Métodos de limpieza, desinfección y esterilización hospitalaria

¿Sabías que, según la OMS, 7 de cada 100 pacientes hospitalizados en unidades de cuidados intensivos contraen al menos una infección nosocomial durante su estancia? Por eso los métodos de limpieza, desinfección y esterilización hospitalaria son fundamentales para prevenir dichas infecciones y garantizar la seguridad de los pacientes.
Una inadecuada ejecución de estos procesos puede derivar en la proliferación de microorganismos patógenos, aumentando el riesgo de complicaciones postoperatorias y otras infecciones. Además, la resistencia bacteriana a los antibióticos es una preocupación creciente en el ámbito hospitalario, lo que resalta la importancia de una correcta desinfección y esterilización.
Por lo tanto, es esencial seguir un proceso de limpieza y desinfección riguroso para minimizar estos riesgos y asegurar un entorno hospitalario seguro. Pero, ¿cuáles son estos procedimientos? ¿Qué normas se deben seguir? Te lo contamos todo en este artículo.
Diferencias entre esterilización, limpieza y desinfección en el entorno hospitalario
En el entorno hospitalario, es crucial distinguir entre limpieza, desinfección y esterilización, ya que cada proceso tiene un objetivo y alcance específicos.
La limpieza consiste en la eliminación de suciedad y gérmenes superficiales de objetos o superficies mediante el uso de agua y detergentes. Este paso inicial reduce la carga microbiana visible, pero no necesariamente elimina todos los microorganismos presentes.
Por otro lado, la desinfección implica la aplicación de agentes químicos para eliminar bacterias y virus en superficies u objetos. Aunque disminuye significativamente la cantidad de patógenos, no garantiza la eliminación total de esporas bacterianas.
Finalmente, la esterilización es un proceso absoluto que busca erradicar todas las formas de vida microbiana, incluidas bacterias, esporas, hongos y virus, asegurando que no quede ningún microorganismo viable en el material tratado.
¿Cómo se clasifican las diferentes zonas de los hospitales?
La clasificación de las áreas hospitalarias según el nivel de riesgo es esencial para determinar las medidas de higiene adecuadas en cada espacio. En este sentido, existen:
- Las zonas de bajo riesgo son aquellas donde la actividad no está directamente relacionada con la atención sanitaria y la presencia de bacterias infecciosas es inferior al 20%. Ejemplos de estas áreas incluyen oficinas administrativas, pasillos y salas de espera.
- Las zonas de riesgo medio presentan una carga bacteriana que oscila entre el 20% y el 60% y comprenden espacios donde se realizan actividades sanitarias, como salas de tratamiento, laboratorios y farmacias.
- Por último, las zonas de alto riesgo, también denominadas zonas críticas, son áreas con una carga bacteriana superior al 60%, donde se llevan a cabo procedimientos invasivos o se atiende a pacientes inmunocomprometidos. Los quirófanos, unidades de cuidados intensivos y salas de urgencias son claros ejemplos de este tipo de áreas.
La limpieza hospitalaria
Retomando la estadística que mencionamos al inicio de este artículo — 7 de cada 100 pacientes hospitalizados en unidades de cuidados intensivos contraen al menos una infección nosocomial durante su estancia — es importante que sepas que la situación es aún más grave. En los países de ingresos bajos y medianos, esta cifra asciende a 15 de cada 100 pacientes. Además, aproximadamente 1 de cada 10 pacientes afectados fallece a causa de estas infecciones.
Y esto es algo que se puede contrarrestar con una correcta higiene en las instalaciones médicas. Para ello, y según la clasificación de áreas por nivel de riesgo, se establecen protocolos específicos para la limpieza concurrente y terminal. Veamos en qué consisten:
Limpieza concurrente
La limpieza concurrente, también conocida como rutinaria, se lleva a cabo diariamente en todas las áreas del hospital. Su objetivo es mantener la higiene y el orden, asegurando la eliminación de suciedad y la reposición de insumos básicos.
Este procedimiento incluye la limpieza de superficies horizontales y verticales, mobiliario, equipos médicos, puertas, manillas, marcos de ventanas, suelos e instalaciones sanitarias. Además, permite la detección temprana de materiales o equipos dañados, facilitando su reparación o sustitución.
La frecuencia de la limpieza concurrente varía según el nivel de riesgo de cada área:
- Áreas Críticas: Al menos tres veces al día.
- Áreas Semicríticas: Al menos dos veces al día.
- Áreas No Críticas: Al menos una vez al día.
Estas frecuencias pueden ajustarse según las necesidades específicas de cada institución.
Limpieza terminal
La limpieza terminal es un proceso más exhaustivo que se realiza tras el alta, transferencia o fallecimiento de un paciente, o de forma programada en internaciones prolongadas. Consiste en la limpieza y desinfección completa de todas las superficies, incluyendo paredes, techos, suelos, equipos médicos y mobiliario. Este procedimiento busca eliminar cualquier rastro de contaminación, garantizando un entorno seguro para el próximo paciente.
La frecuencia de la limpieza terminal programada depende del nivel de riesgo del área:
- Áreas Críticas: Semanalmente.
- Áreas Semicríticas: Quincenalmente.
- Áreas No Críticas: Mensualmente.
Estas programaciones deben establecerse considerando la dinámica y necesidades de cada sector.
Implementar estos protocolos de limpieza de manera proactiva y colaborativa con el personal sanitario es esencial para mantener un ambiente hospitalario seguro y saludable.
La desinfección hospitalaria
Para realizar una desinfección adecuada, es preciso comprender los diferentes niveles de desinfección, los factores que influyen en su eficacia y las técnicas más adecuadas para cada situación.
Tipos de desinfección según nivel
La desinfección se clasifica en tres niveles, basados en la capacidad de los desinfectantes para eliminar distintos tipos de microorganismos:
- Desinfección de alto nivel: Este proceso elimina todos los microorganismos, incluidas bacterias, virus y hongos, así como algunas esporas bacterianas. Se emplea en instrumentos que entran en contacto con mucosas o piel no intacta, como endoscopios y equipos de terapia respiratoria. De hecho, un estudio en unidades de cuidados intensivos en Argentina encontró que la neumonía fue el padecimiento más frecuente (43,3%), asociada en el 85% de los casos a la asistencia respiratoria mecánica. Un ejemplo de desinfectante de alto nivel para estos equipos es el OXIBAC SILVER, un desinfectante a base de peróxido de hidrógeno y plata que se utiliza en la industria alimentaria, cosmética y farmacéutica.
- Desinfección de nivel intermedio: Elimina una amplia gama de microorganismos, incluyendo bacterias, virus y hongos, pero no esporas bacterianas. Es adecuada para superficies que entran en contacto con piel intacta o para equipos no críticos.
- Desinfección de bajo nivel: Reduce la mayoría de bacterias, algunos virus y hongos, pero no es efectiva contra esporas ni ciertos virus resistentes. Se utiliza en superficies ambientales y equipos que solo contactan con piel intacta. Los amonios cuaternarios, en una disolución en agua del 0,2%, son ejemplos de desinfectantes de bajo nivel.
Factores que afectan a la desinfección hospitalaria
La eficacia de la desinfección en entornos hospitalarios puede verse influenciada por diversos factores:
- Número y localización de microorganismos: Una mayor carga microbiana requiere tiempos de exposición más prolongados al desinfectante. Además, los microorganismos ubicados en áreas de difícil acceso pueden escapar al proceso de desinfección si no se realiza una limpieza previa adecuada.
- Resistencia innata de los gérmenes: No todos los microorganismos tienen la misma resistencia ante las distintas sustancias desinfectantes. Por ello, la subpoblación de microorganismos más resistente será aquella que determine el tiempo de desinfección o esterilización, así como la concentración del compuesto.
- Concentración y potencia de los productos de limpieza y desinfección hospitalaria: A mayor concentración de desinfectante, mayor será su eficacia y más corto será el tiempo necesario para conseguir eliminar a todos los microorganismos. Con excepción de los productos yodóforos, los cuales deben ser diluidos previamente.
- Presencia de materia orgánica: Restos de suero, sangre, pus o heces pueden afectar a la actividad antimicrobiana de los desinfectantes, debido a que pueden reaccionar con las sustancias químicas de estos productos. Por ello, es de gran importancia que la limpieza previa a la desinfección haya sido exhaustiva.
- Factores físicos y químicos: Factores como la temperatura, pH, humedad relativa o dureza del agua son de gran importancia durante los procesos de desinfección. Por ejemplo, algunos desinfectantes son más efectivos a temperaturas específicas o dentro de ciertos rangos de pH.
Técnicas de desinfección hospitalaria
En el entorno hospitalario, se emplean diversas técnicas de desinfección para garantizar la eliminación de agentes patógenos:
- Desinfección manual: Implica la aplicación directa de desinfectantes sobre superficies o equipos mediante paños, mopas o esponjas. Es esencial seguir una técnica adecuada para asegurar una cobertura completa y un tiempo de contacto suficiente.
- Desinfección automática: Utiliza equipos especializados, como lavadoras-desinfectadoras, que controlan parámetros como la temperatura, concentración del desinfectante y tiempo de exposición, garantizando una desinfección uniforme y eficiente. Este método es especialmente útil para instrumentos complejos o difíciles de desinfectar manualmente.
- Desinfección por radiación ultravioleta (UV): Emplea luz UV-C para inactivar microorganismos en superficies y aire. Es efectiva para la desinfección de áreas como quirófanos y habitaciones de pacientes, complementando otros métodos de limpieza y desinfección.
- Desinfección térmica: Utiliza calor húmedo o seco para eliminar microorganismos. Por ejemplo, la pasteurización aplica calor a temperaturas entre 65 °C y 95 °C durante un tiempo determinado para desinfectar ciertos equipos médicos.
La esterilización hospitalaria
La esterilización hospitalaria es un proceso crítico que asegura la eliminación de todos los microorganismos, incluidas esporas bacterianas, de instrumentos y equipos médicos. Existen varios métodos para lograrlo, clasificados en físicos, químicos y de radiación, cada uno con ventajas y limitaciones específicas.
- Métodos físicos: Incluyen el calor húmedo y el calor seco. El calor húmedo se utiliza comúnmente en autoclaves, donde el vapor de agua a alta presión y temperatura elimina eficientemente todos los microorganismos. Por otro lado, el calor seco, como el empleado en hornos de esterilización, es eficaz para materiales que pueden soportar altas temperaturas sin deteriorarse.
- Métodos químicos: Utilizan agentes químicos como el óxido de etileno, el glutaraldehído o el peróxido de hidrógeno + ion plata como el OXIBAC® -SILVER. Estos compuestos permiten esterilizar materiales sensibles al calor, asegurando la eliminación de microorganismos sin comprometer la integridad de los equipos. El óxido de etileno, por ejemplo, se utiliza para esterilizar dispositivos médicos delicados y equipos electrónicos.
- Métodos de radiación: La radiación ionizante, como la gamma o la de rayos X, se aplica principalmente en materiales de un solo uso, como jeringas y suturas. Este método asegura una esterilización completa sin necesidad de altas temperaturas o productos químicos, siendo ideal para productos empaquetados.
Cada método de esterilización debe seleccionarse en función del tipo de material, el nivel de riesgo y las directrices institucionales. Un enfoque adecuado asegura un entorno más seguro para los pacientes y el personal sanitario.
Errores comunes en el proceso de limpieza y desinfección
A pesar de los protocolos establecidos, algunos errores comunes pueden comprometer la eficacia de la limpieza y desinfección en entornos hospitalarios. Estos son algunos de los más frecuentes:
- Uso incorrecto de productos: Seleccionar desinfectantes inadecuados para el tipo de microorganismos o diluirlos de manera incorrecta reduce significativamente su efectividad. Además, utilizar productos con fechas de caducidad vencidas puede generar un falso sentido de seguridad.
- Omisión de etapas clave: Saltar etapas fundamentales, como el enjuague posterior a la limpieza inicial o la preinspección de instrumentos, aumenta el riesgo de dejar residuos o material biológico que interfiera con la desinfección. A veces esto ocurre por no comprender muy bien la diferencia entre limpieza y desinfección.
- Falta de capacitación del personal: El desconocimiento sobre el manejo de agentes químicos y las técnicas de aplicación puede derivar en procedimientos inconsistentes. Una capacitación adecuada no solo mejora la eficiencia del proceso, sino que también reduce los riesgos laborales relacionados con la exposición a productos químicos.
En conclusión, la implementación rigurosa de protocolos de limpieza, desinfección y esterilización en entornos hospitalarios es esencial para prevenir infecciones nosocomiales y garantizar la seguridad de pacientes y personal sanitario.
La selección adecuada de métodos y productos, junto con la capacitación continua del personal, son pilares valiosos para mantener un ambiente hospitalario seguro y propicio para la recuperación. Asimismo, la colaboración proactiva entre todos los actores involucrados es clave para alcanzar estos objetivos y ofrecer una atención de calidad.